jueves, 4 de diciembre de 2008

“Y mi amor es más pleno,/ en el polvo de las playas fluviales.”



Roberto Raschella publicó Malditos los gallos en 1979. ¡Atenti la época! “Huye, huye, hacia el hermoso y triste origen,/por los tajos blancos.” La política, el cine, las traducciones, el conocimiento profundo de la plástica, la literatura y especialmente la música, y “La clase, como un fardo acarreado/ desde el fondo, que no perdona y a veces contradice en los gustos.” esa es la carne de sus libros, y el amor y la memoria.
Todo puede estar porque está cantado “Trovar vanamente, trovar”. Es música que no encuentra frontera entre poesía y novela. Poemas del exterminio y el reciente Tímida hierba de agosto, poemas, y Diálogos en los patios rojos y Si hubiéramos vivido aquí, novelas, forman una obra compacta y singular. Lo que hace sobresalir a Raschella es la creación de un lenguaje, es decir un mundo. Hecho de esto que hablamos nosotros y de italiano, dialecto del pueblo calabrés, español antigüo, invención poética, términos librescos y la sintaxis que pide el ritmo. “Y me tocaba a mí pasar la noche entera con los ojos despalancados y una febricina sutil.” “Ya era domañana, y era igual día. Filipo (mi hermano) me jugaba entre sus piernas acaballadas. Las agujas parecían curvarse y el padre peleaba con las estofas como enjugamanos.” En ese mundo uno se deja perder y cuando despega la vista del libro uno a veces se pregunta dónde estoy y otras cuál era mi lengua, qué hablaba yo antes.
“Y si aparece una mañana/ de ritmos cortos, de jadeos y enumeraciones tropezadas, si la inhibición/ se vuelve dato de estilo, es porque debo expresar ese caos, parenteral,/ ese infierno que se arrastra con mi propia madre mi propio padre mi propio/ patio. Tajar tajar, abreviar entonces, acercarme al sueño expresionista / de palabra y punto.”

Mariano Fiszman


(En Mabuse, revista de cine y literatura, 2003)

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